martes, 12 de abril de 2016

Apuntes del taller de literatura erótica. Los opuestos.




Saludos lectores,

Aquí les traigo una entrega más de los apuntes del taller de literatura erótica que realizo en mi ciudad. Ya hemos hablado de LOS SENTIDOS, LAS PALABRAS, SUGERIR EN VEZ DE EXPLICAR y DIÁLOGOS. En esta entrada les comentaré de LOS OPUESTOS.

En muchas ocasiones la profesora nos dice “atrévanse”, “experimenten”, nunca se cansa de animarnos a ir más allá, o explorar el lado contrario de lo que hacemos. Quizás esos cambios no terminen siendo un escrito definitivo, pero durante la práctica se puede aprender mucho.

Cuando hablamos de erotismo, ella siempre nos inspira a trabajar con “opuestos”, tipos de personas que a simple vista pudieran no encajar entre sí. ¿Cómo los hacemos relacionarse?
 
En esencia, la naturaleza de una pareja armónica es la paridad. Si existe dicha igualdad o simetría en la configuración del vínculo amoroso las posibilidades de acuerdo en otras áreas se incrementan. No obstante, la armonía vincular puede ser un ideal difícil o inalcanzable y no por eso se convierten en relaciones fallidas. Pensemos por ejemplo en esos amores signados por diferencias antagónicas que, sin embargo, funcionan: pobre/rico; joven/viejo; ignorante/culto; linda/feo; sociable/retraído; pesimista/optimista, confiado/desconfiado, audaz/temeroso, y tantas otras formas. La capacidad para adaptarse a las modalidades del otro es infinita, siempre y cuando en las áreas subjetivas predomine el deseo, el amor y el respeto mutuo.

Si intentas relacionar parejas con disparidad de carácter: él expansivo y ella rígida, o ella expansiva y él sumiso, podrás encontrar un escenario ideal para desarrollar tus escenas eróticas.


La sicóloga Floréense Thomas en su artículo AMOR, SEXO Y EROTISMO FEMENINO nos propone un nuevo opuesto: “cuando dejen de mirar su sexo erecto como única promesa para nosotras, cómo única confesión de su hombría, cómo único futuro, entonces empezaremos a creer otra vez en lo imposible”.

En su escrito ella se pregunta cómo es posible que coloquemos lo más sublime de la palabra “hombre” en la punta de un sexo erguido. Si lográramos expresar en un abrazo amoroso el culmen de la muerte, o en una caricia y en un beso, sería igual de placentero. “Olvidémonos un rato del orgasmo e inventemos nuestro orgasmo; sólo así cobrará su verdadero sentido subversivo y libertario”.

“Cuando nos habitan, entonces nos volvemos mujer-hombre; ese todo reencontrado a través de este acoger, de esta dilatación rítmica y musical en la cual toda división se pierde, en la cual ya no sabemos dónde empieza la piel de una y termina la piel del otro; desaparecen los límites y nace de nuevo esa simbiosis esencial de todo principio de vida, cuando nuestra células no eran todavía femeninas ni masculinas, sino vida, sólo vida... Entonces es cuando entendemos que el acto sexual es el que reconcilia todos los momentos, que unifica todo lo que es fragmentario, disperso confuso, limitado, roto... ese "acto" que puede ser "no acto" sino lenguaje, caricia, música...”

 

" ..Sus caricias poseían una extraña cualidad. Unas veces eran suaves y evanescentes, otras, fieras, como las caricias que Elena había esperado cuando sus ojos se fijaron en ella; caricias de animal salvaje. Había algo de animal en sus manos, que recorrían todos los rincones de su cuerpo, y que tomaron su sexo y su cabello a la vez, como si quisieran arrancárselos, como si cogieran tierra y hierba al mismo tiempo.
Cuando cerraba los ojos sentía que él tenía muchas manos que la tocaban por todas partes, muchas bocas tan suaves que apenas la rozaban, dientes agudos como los de un lobo que su hundían en sus partes más carnosas. Él, desnudo, yacía cuan largo era sobre ella, que gozaba al sentir su peso, al verse aplastada bajo su cuerpo.
Deseaba que se quedara soldado a su cuerpo, desde la boca hasta los pies..."
(Fragmento del relato "Elena", en "Delta de Venus". Cuentos eróticos. Anäis Nin)


Intentemos probar con “opuestos” a la hora de escribir erotismo, desarrollando una escena en un instante opuesto al habitual, con unos personajes opuestos, o con un tipo de amor opuesto al que siempre hemos utilizado. Ese tipo de cambios, aunque no lleguen a transformarse en escritos definitivos, nos ayudarán a crecer como escritores, ya que nos permitirán probar nuestros propios límites. ¿Qué les ha parecido el aporte?

Nos leemos la próxima semana.
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