Marina esperaba ansiosa a su novio, el reloj dio las siete y él no llegaba, “ya no vendrá “-pensó. Se asomó al balcón; iba a cerrar la puerta pero escuchó un carro llegar, era él, corre al espejo y arregla su cabello. Le abrió la puerta muy alegre, el lucia desanimado pero traía un regalo, se lo entregó un poco avergonzado y le dice que hubiera preferido regalarle algo mejor para tan grata ocasión, aun así, Marina corrió a abrirlo. Miles de emociones se agolparon en su cabeza pero nunca imaginó que encontraría un rompecabezas, lo mira con mucha intriga, él le dice que tiene que armarlo, así que con mucha calma empieza a armarlo, pieza a pieza, y él no se apartaba de su lado, para su sorpresa el rompecabezas era su propia foto con una inesperada pregunta ¿Te casarías conmigo?...

No hay pena más grande para mí que verte abatida, triste, donde la melancolía te hace derramar lágrimas de color esmeralda, destiñendo tus ojos.

Todo dolor tuyo, hace encogerse mi alma por segundos, haciéndola más pequeña que cualquier punto del Universo. Solo deseo verte feliz, porque tu alegría me la contagias.

Eres mis cimientos, la raíz de mi existencia, si el amor se pudiera pesar con gravedad, la tierra se quedaría plana. Porque mi amor… ¡Te quiero tanto…!  Que mi corazón solo sabe pronunciar un nombre ¡El tuyo!  

 “No debes perderte  esto Miranda.”  Observábamos  la llegada del  nuevo año,   en una suite en Times Square .  El secuestrador de mi  corazón y mi mente me poseía.  El vidrio deslustrado por el sudor  reflejaba el rostro malintencionado de Eliesser.  Volteé,  bruscamente empujándolo  al sofá viéndolo caer sin resistencia alguna.  Escalé por sus piernas llegando a su regazo formando nuevamente un solo cuerpo. 

“Esto es lo que no quiero perder.” Susurré en su oído. Una  mano aprisionó mis caderas mientras la otra lo hizo en mi trasero  situándose en un lugar que nunca antes había explorado desatando una cadena de sensaciones que hacían mi vientre ahogar su sexo.  “Dios,  esta es  la gloria.”  Algo no sentido antes.  ¿Cuándo creé esta dependencia de este  detestable hombre?

“Te amo.”  Susurró  mi cabeza hundida en su cuello.  “Esas palabras no podían haberse escapado.”  “¡Mierda!”   Una vez más Miranda arruinaba el momento.  “¡Mierda!  ¡Mierda!  ¡MIERDA!!!!”

Te espero. Dos palabras escritas con perfecta caligrafía sobre un papel en blanco. Se había encontrado la nota en su buzón, y antes de poder terminar de leerla, ya salía por la puerta corriendo hacía el parque. Lo encontró prácticamente vacío. Caminó hasta el puente donde la vio de espaldas a él, mirando el atardecer. Su pelo negro caía por su espalda movido por la brisa. Se acercó y ella se giró. Sus instintos no los había perdido. Cuando por fin estuvo frente a ella pudo ver con mas claridad esos ojos, uno de cada color, como los suyos. El de color azul le pertenecía a él y el otro con forma de gato y amarillo era de ella. La agarré por la cintura y abrió los ojos como platos. ''Lucas''- su vos, otra vez en mi mente. La había echado de menos, esa conexión. Cerré los ojos y la besé. 

"Todo cuanto tuve se lo di y no me arrepiento ni me da rabia.

Es mas, aún sabiendo que iba a doler tanto, lo hubiese amado de igual manera; una, dos, tres... ¡mil veces más! Un amor así de grandioso no me lo pierdo por nada.

Quizá su paso me dejó devastada, moribunda, frágil y lacerada. Pero debo reconocer que mientras estuvo presente fue como una corriente de aire fresco, como caminar sobre nubes, como un amanecer en plena primavera.

Su boca hurgando en la mía me transportaba a paraísos jamás explorados, a lugares mágicos únicamente para dos personas.

Sus manos sobre mi cuerpo me deshacían la piel muy lento, suave, de poco a poco; dejándome no solo el cuerpo desnudo, también el alma. Caricias que me volvían irremediablemente loca, que me hacían sentir fuerte, indestructible... maravillosa.

¡Un amor así, valió la pena cada lágrima derramada!"

Pasaban los días, como pasaban los sueños, con los recuerdos del amor vivido, o tal vez anhelado.

En sus cuerpos sensaciones entremezcladas, alegrías y tristezas inexplicables.

En cualquier lugar efímero, sin definir, solo enmarcando la satisfacción del encuentro.

Luego de una agradable y extendida charla, él se despedía de la figura femenina. Un rostro

definido por la prepotencia y la sonrrisa fría, para cubrir el miedo que le infundia doblegarse

ante el amor!

Ella en los labios, la propuesta de seguir en su compañía, reposada en el silencio esboso sonrrisa.

Una despedida, en medio un frío tempano, entre dos cálidos cuerpos, presos del temor.

Esa sensación de necesitarse, surgida de los sueños, tal vez! las cálidas pieles se intuian,

se tocaban. El retorno a sus mentes!, dandose cuenta que solo estaban uno frente a otro;

retoman la despedida.

El transcurso de un día más en sus vidas. Mientras en ese diario vivir, experiencias gastadas,

vencidas para los dos, ya no tenian importancia.

Un ir y venir de cuerpos cubiertos de las pieles que olvidaban que todo acaba. En su interior

almas que gritaban con los sentidos sordos. Cuerpos blindados, para no captar la respuesta que a veces sin preguntar, se asoma y esconde:

-¿Será el principio, o el fín sin definir! De ese amor que el alma necesita y grita con la voz callada,

por el miedo surgido de la creencia, que es absurdo amar?

“El amor fue creado para sentirlo”

Sin temor a ser juzgados por amor!

Solo teme a no poseer recuerdos, por no haber intentado amar!

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