viernes, 7 de mayo de 2010

Caridad Piñeiro — Entrevista











¿De qué trata tu nuevo libro Sins Of The Flesh?

Sins Of The Flesh es la historia de Caterina Shaw, una música que empieza a perder sus talentos a causa de un tumor cerebral. Ella es una mujer valiente y está dispuesta a enfrentar cualquier tipo de terapia que le permita reanudar su vida y su carrera profesional. Pero sucede que, durante su tratamiento, un grupo de científicos decide someterla a experimentos genéticos ilegales. En el transcurso de la operación, uno de ellos no resiste la presión y amenaza con delatar a sus colegas. Como resultado, es asesinado allí mismo. Caterina, mientras tanto, consigue escapar del laboratorio. Debido a las siderales sumas de dinero que se ponen en juego en cada uno de estos experimentos en humanos, los científicos se ven en la necesidad de contratar a un oscuro y peligroso mercenario para traer de vuelta a Caterina. La escena que abre el libro muestra cómo este mercenario, al mismo tiempo que captura a Caterina, se da cuenta de que ella no es lo que le han dicho que encontraría. Entonces comienza a tener serias dudas sobre su misión. A partir de allí, la historia se desenvuelve con mucho suspense y mucha sensualidad. Caterina debe aprender a lidiar con unos cuantos asuntos: su cuerpo comienza a sufrir cambios extraños debido a la operación genética; debe enfrentar acusaciones de asesinato; y, para empeorar las cosas, un grupo de asesinos mercenarios ha sido enviado tras ella y su nuevo compañero.

¿Cuál fue tu inspiración para escribir esta historia?

Creo que mi voz personal, mi voz más potente como escritora, surge cuando puedo mezclar el suspense con un conflicto romántico. Hacer esto no solo me permite desarrollar una historia atrapante, sino también crear personajes muy emocionales y complejos. Cuando decidí incluir elementos paranormales, me pregunté: ‘¿Qué podría aportar yo de novedoso a este tipo de historias?’ El género desborda de seres monstruosos. A todos nos asustan los monstruos, es un miedo universal. Pero hay otra cosa que a mí me intriga mucho más: el ser humano. Los seres humanos podemos llegar a ser mucho peores que cualquier monstruo. Quería contar una historia en la que el elemento paranormal fuera la conducta humana. Me puse a explorar una idea muy común, que todos hemos tenido desde niños. La idea del científico loco. ¿Hay algo en la ciencia que pueda considerarse como paranormal? A partir de estas ideas, imaginé la historia. De hecho, siempre cuento que muchas de las prácticas científicas que describo en el libro están basadas en prácticas reales. Pero los lectores que oyen esto no lo creen. Siguen pensando que me lo he inventado todo yo. Eso me fascina. Era justo el efecto que deseaba conseguir.

Meterse con la ciencia no es tarea sencilla. ¿Cómo te ha ido en la etapa de investigación previa a la escritura?

Siempre me he interesado por la ciencia y la tecnología. Y al revés del común de los escritores que suelen tener un grado en Literatura Inglesa, yo tengo un grado en Ciencias. Además, como abogada, me especializo en la representación de compañías de bioingeniería. De modo que estoy al tanto de los avances en el campo genético. Por ejemplo, en la novela Caterina se somete a la remoción de un tumor cerebral y deben implantarle tejido ajeno para ayudar a reconstruir su propio tejido dañado. Para poder escribir esa escena, necesité investigar acerca de qué tipo de genes se usan para regenerar la piel y cómo pueden modificarse para acelerar el proceso. Básicamente, he tomado datos de la vida real para enriquecer los elementos de fantasía de la historia.

¿Cómo es que una abogada con especialización en ciencias acaba escribiendo novelas románticas?

Las relaciones entre hombres y mujeres me han intrigado desde que era una niña de diez años. No es casualidad que el primer libro que saqué de una biblioteca haya sido Wuthering Heights. Lo leí durante un verano entero, hasta que el bibliotecario un día me dijo: ‘Señorita, deje ese pobre libro en paz’. Y yo me morí de vergüenza. Después de eso continué leyendo, pero ya no volví a leer una novela romántica. Finalmente, en mi primer año de universidad me empleé en una gran tienda en New York. Como sabían que yo era una ávida lectora, me enviaron a atender la librería. Allí había un gran depósito donde se guardaban los paquetes de libros que la tienda recibía. Durante mi primera semana, el depósito estuvo vacío. La gente venía todos los días a reclamar: ‘¿Ha llegado ya el pedido?’ Hasta que por fin llegó el pedido y el depósito se llenó de libros con extrañas portadas de color rosa y grandes letras doradas. Al día siguiente por la mañana, la mayor parte de las estanterías estaban ocupadas por aquellos libros. No duraban más de dos días. Los clientes arrasaban con ellos. Entonces volvíamos a colocar otra ronda de libros. Y sucedía exactamente lo mismo. Era una locura. ¿Qué demonios tendrían esos libros? Tenía que saberlo. Después de leer unos cuantos, y al notar que no podía esperar para devorar el siguiente, me dije: ‘¡Dios mío, esto es lo que yo quisiera escribir!’ A partir de ese momento, me concentré en aprender el oficio. Escribía en el descanso entre mis clases de leyes, escribía por la noche al llegar a casa, escribía en cuanto me hacía un hueco… ¡Y aún continúo haciéndolo!


Recursos:

Sitio oficial de Caridad Piñeiro