Cualquier proyecto que involucre la autogestión siempre es un desafío doble, donde el riesgo lo asume una sola persona. Pero con las herramientas disponibles, plataformas de publicación, tanto digital como impresa, así como la ayuda inestimable de las redes sociales e Internet, el sueño de ser un escritor publicado puede hacerse realidad. El trabajo es mucho, porque debe afrontarse con la responsabilidad de entregar al lector un producto de calidad, a la altura de las circunstancias, en beneficio propio y de todos los autores en nuestra situación. La satisfacción del lector es fundamental y escucharlo es clave en este camino. 

En el autor recae, pues, todo el trabajo de edición, corrección, armado y maquetado, diseño y arte, y posterior publicidad y difusión de la obra, actividades todas que le restan tiempo a lo más preciado del trabajo de un autor: escribir. El soporte profesional y humano que nos puede brindar una empresa editorial no estará presente, y sin dudas, al tener que tomar en tus manos este trabajo, podrás apreciar casi en toda su dimensión, y valorar, el trabajo de cientos de personas que están detrás de los libros que llegan a nosotros a través de las librerías. Es difícil, arduo y complicado… pero no imposible. 

Tu trabajo tendrá recompensa: serás el dueño final de las decisiones que atañen a tu producto, que a esta altura es casi como un hijo: Podrás elegir que portada quieres, la tipografía y los canales de distribución para ofrecer tu obra. Conocerás a tus lectores, tendrás un control directo de las ventas y regalías de tu producto, y podrás echar a mano todas las estrategias de promoción que te resulten validas, pero por sobre todo, aprenderás, todos los días y de mucha gente, porque si algo tienen los autores auto publicados es un corazón amplio y generoso, y la convicción de que su experiencia sirve para otros que han decidido seguir sus pasos, así como encontrara en otros, ejemplos y experiencias, que podrá aprovechar. 

Creo que una de las claves para tener éxito en el camino de la autopublicación es tener criterio y humildad, y una persona al lado que pueda darte otra visión de tu obra, quizás ayudándote con aspectos creativos o de forma. Puede ser tu “lector ideal” o “Beta”, como se le dice en ingles, a aquel que lee por primera vez nuestro trabajo. 

En mi caso, tengo la bendición de tener a Daphne Ars a mi lado, que posee no solamente esas cualidades únicas de criterio y visión, sino además gran nivel gramático y ortográfico, una lectora apasionada y escritora creativa capaz de sacar agua de las piedras. Además de tener un don de gente, honestidad, corazón y capacidad de trabajo, que la hacen, para mí, indispensable. Es muy difícil encontrar una persona así y Dios la puso en mi camino, y solo él sabe (y la pobre Daphne también)  todo lo que ha tenido que hacer, tanto por nuestros trabajos en conjunto como en mis proyectos personales.

Está mal, muy mal, terriblemente mal… pensó Ashe mientras entreabría los labios para poder respirar mientras Seth la acariciaba, pero no quería pensar más. Necesitaba huir, y de pronto la boca de Seth pareció ser el mejor lugar para escapar.

Se dejó llevar y se estrelló contra sus labios, besándolo con hambre;  bebiéndoselo como si hubiera estado una semana en el desierto y él fuera su único oasis. Sentía las manos de él recorrerla y buscar apartar la tela que los separaba. Sus manos no podían reaccionar, o por lo menos no como las de él, que ya se habían encargado de desabrochar el vestido de su cuello y ahora iba por el resto, arrastrando la tela hasta sus piernas para dejarla casi desnuda.

Logró sostener su cara contra sus labios y sus manos abrieron de un tirón la corbata mientras él se deshacía del saco e intentaba abrirse la camisa. Ya estaba sobre ella, besando con desesperación su cuello para bajar a rendirle culto a su pecho mientras ella enredaba los dedos en su pelo, estirándose, arqueando la espalda para darle acceso irrestricto a su piel. Escuchó que algo golpeó el piso y antes de poder reaccionar, ya lo sentía entre sus piernas, sólo dos pedazos de tela separando su sexo, lo duro y lo húmedo delatando que tan ansiosos estaban el uno por el otro.

Jonaira Campagnuolo
http://desdemicaldero.blogspot.com

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