“Soltó el bolígrafo y abrió y cerró los dedos un par de veces, gozando el conocido dolor y el entumecimiento de la mano tras horas escribiendo.

Sus ojos vagaron por el papel hasta dar con un párrafo que atrajo su mirada como un imán.

Describía la espalda de una mujer con todo detalle. Las curvas, las marcas, un pequeño lunar en el hombro derecho, el delicado tacto de la piel tibia, el aroma a rosas…

Le pareció imposible que él hubiera escrito eso. Era tan diferente de lo que solía escribir… pero, a la vez, simbolizaba tan bien sus pensamientos que nadie más que él podría haberlo escrito.

Porque cada letra, cada palabra, cada frase de ese párrafo era Livia. Estaba allí, en cada latido, en cada coma.

Ella era omnipresente. Juraría que hasta la tinta y el papel exhalaban su aroma.

El eco de su sonrisa lo embargaba todo.”

Necesito que sepas....que no necesito un mapa, para encontrar tus huellas marcadas en mí cuerpo, solo tengo que seguir ¡el rastro de tus besos! Los ríos que tu boca, desbordó en mis adentros.

Tampoco necesito espejos, para recordar cómo es tu rostro contra el mío, cuando devoramos el amor ¡a dentelladas!

Que no necesito vivir más aventura, que aquella de perderme ciegamente, arrastrándome al interior de tus abismos para saciar y aplacar mi sed de ti.

Que no pretendo tener, más agarres en la vida...que tus manos planeando sobre las mías, para entrelazar nuestros dedos. ¡Al amarnos!

Todo lo que deseo es...dormir acunada por el calor de tu cuerpo, amanecer perdida en el bosque de tu pelo, mirarte a los ojos cada día y ver una sonrisa en ellos.

Necesito que sepas... que necesito tus abrazos envolviendo mi alma con tus cálidos besos.