miércoles, 7 de diciembre de 2011

EL DESEO DE ESCRIBIR Y EL RETO DE PUBLICAR

Por Olalla Pons

el reto de publicar una novela
Durante una oscura noche sin luna, sesgó el firmamento, como partiéndolo en dos, una brillante estrella fugaz…


¿Qué es lo que más deseas en el mundo?
Me preguntó él.

Sin dudar un ápice y mirándolo con intensidad respondí:

Lo que más deseo en el mundo es que no se apague en mí la llama de la ilusión.

Al ver el desconcierto en su mirada, le expliqué:

No sé de qué forma ni en qué momento sucedió todo, pero desde siempre una historia ha navegado por mi mente sin descanso, y de vez en cuando, algunas noches, no me ha dejado dormir.

Personas, lugares, olores, situaciones, sensaciones, surcaron durante años los mares de mi imaginación sin saber de qué forma podría darles vida. Hasta que un día se asentó en lo más recóndito de mi corazón, y de forma inesperada, una extraña idea.
Sin saber cómo ni porqué, aquel día me levanté de la cama, me senté ante el escritorio y mis dedos empezaron a volar por el teclado tan rápido como jamás había sucedido.

Las letras se iban dibujando en la pantalla y, a medida que la narración avanzaba, el viaje a cada instante resultaba ser más emocionante. Las palabras se transformaban en imágenes. Vivía todos y cada uno de los sentimientos que experimentaban los personajes, transformándome en ellos y llegué a amar tanto el mundo que había creado como si yo misma siempre hubiera formado parte de él.

La historia avanzaba sola y ni tan solo yo era capaz de controlarla. La sensación era gratificante, solo tenía que sentarme y disfrutar del espectáculo.

Escribir es viajar, sentir, explorar, crear… ¡Vivir!

Escribir es maravilloso.

No obstante, jamás se me ocurrió la idea de que aquello fuera a desembocar en una novela. Pero ya empezaba a sentir el ferviente deseo de mostrar lo que había creado, porque para mí era algo tan maravilloso que deseaba compartirlo.

Pero se me presentó el primer inconveniente: mi inseguridad. Me aterraban las críticas. Sin embargo, tuve la inmensa suerte de conocer a una persona maravillosa que me instó a que le enviara mis escritos. A ella debo agradecerle el haber despertado en mí la seguridad en mi talento y algo no menos importante: la ambición de convertirme en una escritora profesional.

No solo de sueños vive un escritor, sino también de pretensión, y lo que había comenzado como un juego, poco a poco se fue transformando en un reto. Entonces entendí que había encontrado la forma de vida que deseaba… Mi vocación.

Ahora tenía un objetivo, pero todo éxito conlleva un esfuerzo, y me vi obligada a superar mis miedos. El trabajo y la constancia deben estar unidos al talento porque, las musas son muy caprichosas y tan solo hacen acto de presencia si hay esfuerzo de por medio...

Cuando me di cuenta de ello comencé a formarme, a leer y pulir mis textos hasta que decidí enviar mis novelas a varios concursos y a diferentes editoriales. Todo iba muy bien, recibí buenas críticas, pero de pronto apareció la desilusión al no ver recompensados todos mis esfuerzos.

Empezaron a llover negativas. ¿Qué se esperaba de mí? ¿Qué era lo que no gustaba de mis historias si para mí eran maravillosas? ¡Era desesperante!

Ciertamente aun no he llegado a comprender del todo el mundo editorial y aún sigo en proceso de formación, no obstante el desánimo no forma parte de mí carácter, por lo tanto continuaré insistiendo.

En una de mis búsquedas descubrí el blog de Lilly y ciertamente me impactó. Vi la luz, gracias a ella he llegado a una serie de conclusiones que me han dado paso a tomar la decisión de no rendirme.

Aprenderé de mis errores, seré como el agua. No me estableceré en una forma sino que me adaptaré sin perder la esencia de mi estilo. Me transformaré en junco, me doblaré durante la tormenta y cuando el sol vuelva a salir volveré a ponerme en pie. No permitiré jamás que la llama de la ilusión se apague y la mantendré encendida en mi corazón hasta transformarla en una hoguera.

Deseo además transmitir el siguiente mensaje a todos los escritores, sea cual sea su estilo. No os desaniméis, no desistáis en vuestro empeño. Defended vuestras ideas sin dejar de aprender y aceptar siempre buenos consejos.

Escuchad a los demás, porque así aprenderéis y mejoraréis. Trabajad, formaos, aceptad ayuda sin dejar de ser fieles a vosotros mismos y jamás dejéis que la llama de la ilusión se apague para dar paso al desánimo.

Recordad, un fracaso es siempre una nueva oportunidad para presentar un trabajo más elaborado, y por lo tanto mejor.

Así que, ¡a trabajar!

Y que las musas os visiten a menudo…


Olalla Pons es diseñadora gráfica e ilustradora y comparte sus textos en su blog
olallapons.blogspot.com


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3 comentarios:

  1. Un artículo precioso, por la ilusión que subyace en él. Es cierto, no hay que rendirse jamás. Aprender y aprender. Y seguir practicando sin parar, sin permitir que el desánimo haga mella y tronce nuestras ilusiones. Doy, como tú, mi voto a la esperanza. Lydia Leyte

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  2. El desánimo a veces es difícil de superar. A mí me cuesta recuperarme de los rechazos, y sólo hablo de concursos pues nunca me he presentado ante una editorial. A veces me entra la duda de si no será que sigo escribiendo por pura necesidad propia y es eso lo que me hace sentir que es mi oficio; capaz que me estoy engañando.

    Besos y éxitos.

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  3. Creo que perdemos la esperanza muchas veces, otras tantas perdemos la inspiración, pero siempre volvemos a intentarlo. Volvemos a escribir y a intentar publicar. Pienso que no sabemos hacer otra cosa, no podemos dejar de escribir, es parte de nuestra vida. Si no lo hacemos bien y nos rechazan,revisamos, cambiamos y seguimos. No me imagino mi vida sin ese aliciente.

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