viernes, 23 de abril de 2010

Estilo — ¿Te mareas con el vocabulario?

Escribir es como viajar en barco. Algunas personas se marean al principio y no hay un remedio infalible para todos los casos. 

Es cuestión de respirar hondo y aguantarse las náuseas hasta que el estómago se haga al vaivén. Todo escritor, en algún punto de su aprendizaje, ha sentido la necesidad (o la tentación) de mejorar su prosa de manera instantánea. ¿Y cuál es el procedimiento que suele emplear para lograrlo? 

Saquear el diccionario en busca de palabras altisonantes que causen en el lector la impresión de que se encuentra ante un texto importante. Este procedimiento pocas veces —por no decir nunca— ha dado buenos resultados. Solo es un modo de delatar nuestra inseguridad. No me malinterpretes. Es muy recomendable enriquecer nuestro vocabulario.  

Pero hacerlo de manera compulsiva no va ayudarte a mejorar tu escritura. El valor de cada nueva palabra que incorporemos estará definido por el resto de las palabras que forman el sistema de nuestro vocabulario. Un sistema que requiere de cierto tiempo para ajustar sus piezas. ¿Cómo saber, entonces, si nuestro vocabulario actual es el apropiado para escribir, por ejemplo, una novela? 

Mediante un razonamiento muy simple: Si escribes es porque antes has leído mucho. Si has leído mucho, conocerás muchas palabras. Muchas más de las que posiblemente necesites para escribir tu novela. Y, finalmente, si la historia que deseas contar puede contarse con las palabras que conoces, ¿por qué buscarse una complicación adicional?  

John Gardner, profesor de escritura creativa y maestro de Raymond Carver —el cuentista norteamericano que ha hecho maravillas empleando como única herramienta un puñado de palabras muy sencillas—, ha acuñado la idea de un sueño vívido y continuo para referirse a la ilusión que el novelista crea en el lector. En su ensayo Para ser novelista escribe:

Si el sueño ha de ser vívido, las señales del lenguaje del escritor –las palabras, los ritmos, las metáforas- han de ser nítidas y suficientes; si son vagas, descuidadas, confusas, o si no bastan para hacernos ver con claridad lo que se nos presenta, nuestro sueño será nebuloso, desconcertante, y acabará molestándonos y aburriéndonos. Y para que ese sueño sea continuo, tenemos que poder leerlo con atención y no vernos obligados a releer las palabras impresas porque el lenguaje empleado nos distrae.

Si estás comenzando a escribir y sientes que no te alcanzan las palabras del diccionario para expresar la riqueza de tu mundo narrativo, quizás esta lista te ayude a no acabar enredada en una jungla de significados inciertos.

1. Mantén un tono simple y claro. Para que el lector pueda interesarse por tus personajes y experimentar las emociones que propone tu historia, debe entender antes lo que el texto comunica en un nivel básico.

2. No malgastes palabras “adornando” el texto. Cada palabra debería tener una función definida en tu relato.

3. Como regla general, si tienes que rebuscar una palabra, descártala. Puedes estar segura de que no se ajustará al tono de tu narración.

4. Utilizar palabras familiares no equivale a simplificar tu vocabulario. Por suerte, nuestro idioma tiene la capacidad de abastecernos de miles de palabras sin apartarnos de un terreno común a la mayoría de sus usuarios.

5. Sé concreta. Abusar de términos abstractos o generales puede arruinar tus esfuerzos por mantener el sueño vívido y continuo. Además recuerda que las palabras familiares suelen evocar cientos de imágenes en el lector. Escribir “una casa” puede disparar en el lector un sinfín de imágenes nebulosas o esquemáticas. En cambio, al precisar: “una casa sin puertas ni ventanas” orientamos a nuestro lector hacia una imagen particular y definida.

6. Juega con las frases. Reordena palabras de uso común de diferentes maneras con el objeto de hacer surgir nuevos matices y resonancias.

7. Tu lector podría no tener un diccionario a su alcance. Tenlo en cuenta cuando incluyas términos inusuales. Asegúrate de que su sentido pueda deducirse fácilmente a partir del contexto inmediato.

8. No escojas una palabra antes que otra solo porque te parece más prestigiosa. Los lectores profesionales detectan a los principiantes justamente por la alta proporción de palabras “prestigiosas” empleadas.

9. Concéntrate en la historia y los personajes. La excesiva preocupación por encontrar la palabra ideal, a menudo disimula debilidades y puntos ciegos en el desarrollo de tramas y en la caracterización de protagonistas.

Finalmente, podríamos considerar el décimo punto como un resumen de la lista:

10. Nunca olvides que tu meta como escritora es comunicar emociones.

O, según John Gardner, ayudar a tu lector a entrar en el sueño vívido y continuo que haz creado para él. Un sueño hecho puramente de palabras. Recursos:

Diccionario Panhispánico de Dudas

Servicio de Corrección de Estilo Análisis Literario Gratuito